«Arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de mi corazón, este niño lindo se quiere dormir y el pícaro sueño, no quiere venir.”
Y sí, a veces el sueño, no quiere venir y eso es un motivo de preocupación para muchas familias y fuente de consulta frecuente en la visita al pediatra.
Sin intenciones de que esto sea un tratado sobre sueño, les comparto algunas ideas.
Según algunos estudios, en nuestro país cerca del 50% de los niños y por lo tanto de sus familias, tienen trastornos para dormir correctamente.
Pero cuando un niño duerme mal, quien sufre, él o sus padres? Tal vez ahí, haya un primer tema para discutir. Pero dejemos eso para otro dia…
Vamos por partes. Consulta fácil, «mi hijo no duerme la siesta», me preguntó el otro día la mamá de Juan. Ok, cual es el problema? Si un niño tiene sueño y/o está cansado se va a dormir donde y cuando pueda. No hay forma de obligar a dormir a un niño, como tampoco hay forma de evitar que tenga sueño. El cuerpo de los niños es sabio y se «apaga» cuando es necesario.
«Ok, no me preocupo por la siesta, pero las noches son insoportables», contraataca,
«duerme mal y yo estoy destruida», me dijo con sincero agotamiento.
Veamos que pasa según las edades. En el caso del recién nacido, duerme de a ratos y casi todo el día está en ese estado, podemos cambiar ese modo de dormir? NO. El ritmo circadiano se adquiere cerca de las 8 semanas por lo que hasta ese momento, para el bebé, día y noche son lo mismo. Lamentablemente para la mamá, no…
Qué podemos hacer? tener paciencia, saber que es un muy pequeño periodo de tiempo, pedir ayuda a la familia y descansar cuando se pueda.
Con el niño más grande empieza a haber cambios. Y acá en mi opinión la responsabilidad del sueño (correcto o incorrecto) es compartida.
¿Qué hago para generar un espacio adecuado para que mi hijo concilie el sueño y lo mantenga?
Si un niño se acuesta mirando la tele, tablet o teléfono es probable que tenga cierto grado de excitación que le impida descansar tranquilo. Más allá que se desrecomienda fuertemente este tipo de estímulos en niños menores de 2 años, muchos papás, lo permiten. Menos estímulo nocturno, más chances de descansar bien (no solo el niño, también los adultos)
El otro estímulo somos los padres, si lo dormís a upa o te acostás con ellos hasta que se duerman, el niño cierra sus ojos viendo la cara de su padre, entonces al despertar quiere ver esa misma cara, si no la encuentra puede asustarse y eso generar un despertar nocturno prolongado.
Creo que a los niños hay que acostarlos despiertos y que concilien solos el sueño. Esto no quiere decir en absoluto dejarlos solos llorando, quiere decir acompañarlos hasta el momento justo.
Otro tema es el colecho. Dormir con tu hijo no está ni bien ni mal, son decisiones que tomamos los padres de manera adulta. Cada familia decide qué educa y cómo. Por eso es fundamental alinear pensamiento, palabra y acción. Lo que digo es lo que pienso que es lo que hago. Recordemos que los niños entienden más corporalidad y emocionalidad que palabras. Si creo que lo mejor es que mi hijo duerma conmigo, eso es lo que él va a entender y querer. Es clave que los cuidadores decidan qué es lo mejor para el niño (acordate que amor, es querer para el otro lo que el otro quiere para él, no lo que vos querés para el)
Muchos trabajos hablan del aumento de los trastornos del sueño en los niños que colechan y yo creo que esto está muy relacionado con la emocionalidad de los que colechan.
Finalmente, tené en cuenta que tu hijo es un ser único y diferente a vos, tal vez su momento de sueño no sea el mismo que el tuyo.
Por eso, te recomendaría:
1) Paciencia
2) Generá el mejor espacio para el descanso
3) Alineá pensamiento, emoción y lenguaje
4) Pedí que te ayuden así vos también descansas
5) Tené paciencia…si ya sé que lo dije, pero con una sola, no alcanza….
La canción de las abuelas terminaba con un : arrorró mi niño, arrorró mis sol, duérmete pedazo de mi corazón…tratemos de que así sea.