Cuenta el mito griego de Sísifo que al pobre hombre lo habían castigado de una manera inusual. Por culpa de sus «errores» debía cargar una pesada piedra hasta la cima de una empinada montaña. Hasta acá lo fácil.
El problema para este personaje era ver cómo una vez depositada la piedra en lo alto de la montaña, ésta rodaba sin piedad hasta la base. La condena consistía en repetir todos los días la misma maniobra. Subir con esfuerzo, llegar, para empezar de nuevo. Así, día tras día. Imaginemos a esta persona empujando con fuerza, los músculos tensos, el ceño fruncido, la mirada crispada, cansado, con el objetivo puesto en llegar. Imaginemos sus pensamientos: «otra vez lo mismo» «siempre la misma rutina» «esto no es vida» «estoy cansado».
Les suena posible?Imaginemos ahora que en lugar de una piedra, es un trabajo…o un hijo chiquito…también les suena posible? Hoy vivimos apretados, corriendo, llenos de preocupaciones, escuchamos quejarse a tanta gente. Pero, escuchamos nuestras quejas? No nos sentimos como Sísifo cargando pesadas obligaciones día a día. No sentimos que la rutina nos agobia? No solo la laboral, no sentimos que a veces la paternidad/maternidad nos sobrepasa?
Escucho en el consultorio (y en mi cabeza) miles de Sísifo quejosos. Pero (siiii, siempre para lo malo puede haber un pero) los invito a pensar distinto. Pensemos en el momento en el que Sísifo dejaba la piedra, se relajaba, tomaba aire y miraba desde la cima de la montaña. Se sorprendía del esfuerzo hecho, sentía el orgullo y la satisfacción del deber cumplido. Veía que la pesada piedra estaba en su lugar, sonreía y levantaba la vista y se deslumbraba con una puesta de sol única, con una vista deslumbrante. El corazón se aquietaba, los enojos, las pasiones, las culpas se diluían en un mar de bienestar. No sienten eso cuando ven con amor infinito a ese bebe o niño que te sonríe luego de un berrinche o de hacer alguna macana? Hay algo mas lindo que ver a tu hijo avanzar en la vida y cumplir sus sueños?
La vida es un poco y un poco, cargas la piedra, llegas a la cima, descansas y sos feliz, y otra vez a cargar piedras. El secreto sea tal vez, saber que siempre puede haber una mirada mejor, un momento mejor y que todo, pero todo puede cambiar.
Mi deseo para este año que empieza es ese, que podamos ver, aun con cansancio y dolor el atardecer maravilloso que hay siempre después de cargar la piedra.